jueves, 30 de marzo de 2017

Tres de la mañana

Tengo un problema con el tiempo, con ciertos horarios que al verlos en algún reloj me producen emociones encontradas, como que las seis con dieciséis me parece un número diabólico o que las cinco pasadas de las cinco hace que todo me sepa tan simple como agua. Las cuatro con veinte me hace oler algo fuerte pero relajante, algo que deja la boca seca, y el medio día, va siendo cuando el Sol entra a mi cama a despojarme de mi sueño. 

Sin embargo, la peor de todas ellas, son simplemente pasadas las tres de la mañana, cuando mi mente cansada asiente a todo lo que se le dice y me lleva a realizar hazañas turbulentas, pensamientos irracionales y futuros arrepentimientos. A las tres de la mañana me embriagué por primera vez, tomé café antes de mi examen final, pensé en buscar el amor afuera de una escuela, salí a caminar por calles desiertas y terminé de contar ovejas para no llorar. A las tres fue que te esperé en esa sala, sentado solo con el frío más desolador de mi vida, y también, otro día a esa hora, concebí quererte a expensas del que podría pasar, y mira que ya ha pasado tanto. Pero heme hoy aquí, escribiendo, fumándote, recordándote a las tres de la mañana, porque siento poder excusarme de no recordarte mañana, y con un poco de suerte, puede que te sueñe, que te bese, que te ame y puede que me olvide de ti.

Por favor esfumate de mí, aunque luego me arrepiente.


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