viernes, 24 de marzo de 2017

La muerte del individuo

El mundo no lo mata a uno. Se habla mucho de la ignorancia y también desde ella, se habla de cultura, de predisposiciones y de otros argumentos que asemejan al destino. Pero al caso del viento, invisible, intocable, así es lo que lo mata a uno. Dejémonos de globalización, de dictaduras, de la educación en casa que con los años es verdad que termina rezagada, dejémonos de buscar culpables que la culpa la tiene uno mismo. La muerte viene cuando uno quiere, cuando se empieza a sentir alegria, afecto o cualquier derivado de la necesidad de no estar solo, porque cuando se quiere, se empieza a vivir por algo, por alguien, y se olvida de uno mismo, a veces fugaz, y otras enterrando el puñal de poquito. Cuando uno hace suyo el arte ajeno, se lleva el propio al precipicio, al ático que no se procura revisar,  y ahí acaban también los principios, los sueños bizarros, la propia estima, y por último el individuo, dejando a la vista una carcasa atiborrada de ideas que alguien más hubo pensado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario