domingo, 12 de marzo de 2017

Inercia

La deriva no se ha ido, sigue aquí. Está tatuada en mi piel pálida, en mis ojos cansados de dormir y en mis sueños que cada vez recurren más a la cotidianidad para contentarme.

Aparece en el humo de cada cigarrillo que veo en la calle o en la casa, donde sea que los cuerpos se dirijan a la deriva. Los caminos ya no llevan a Roma, pero si que se cruzan en este punto gris, donde puede que no volvamos a ver color.

Seis meses ya que hice algun cambio, seis meses de inercia y silencio, escuchando el tic tac del reloj, viendo el mismo punto en la pared donde hace tiempo dejé mi sangre marcada.

Ahora que mis dedos se quedan sin palabras, sé que no podré continuar de este modo. Tengo que caminar o morir, y quizás con suerte, las dos.

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