viernes, 24 de marzo de 2017

Aun sigues en mí

Aun sigues en mí, lo noto en mi piel de un costado marcada por la cama, en el pie que pongo en el suelo de mañana, en las sabanas desordenadas que esperan les acomodes como antes. Estás durante el desayuno, disfrazada de un cigarrillo que besa mi boca de calor y humo, en la comida casera que siempre queda sobrando para el siguiente día, y entre ratos, cuando escribo de errores, de miedos o de destino.

Abandonaste mi sangre, pero no mi casa, que aun se desmorona cuando el alquiler no alcanza y  debo rogar a la casera que sea negligente una última vez. La alfombra roja se fue contigo, pues me recordaba a tu caminar confortante. Ahora son las grietas en el concreto lo que me atormenta, recordándome que debías de irte, que debías ser feliz, pero no conmigo.

Que amargo es el adiós, pero más aun es vivir con él,  siempre implícito y de nuevo nada a la nada y todo conmigo. No es que muera aun por tu pálpito o tus destrezas, que bien eran muchas, muero por ti, por la sombra de ti en mis palabras, en mi mente que cuando se enciende, se cohibe y apaga. Esa sensación de no ser suficiente, de ser menos, de querer más, eso es lo que me queda de ti.

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