Sé que esta noche dibujaste tu descanso
y yo aquí escribo en mi desvelo;
el cielo hoy nos puso buena cara,
y montó el escenario predilecto.
Actuamos con gran naturaleza,
como un aturdido elenco,
aun con utilería perdida,
aun sin horas para el sueño.
Robaste escena muy temprano,
cuando recién había despierto;
apenas abrí la cortina,
una sonrisa,
se coló entre mis adentros.
Improvisé en nuestra puesta
y abracé tu aun recuerdo,
y tu titubeaste y devolviste
un cariño que yo creía muerto.
Entonces sonreí al fin osado,
y empecé con el libreto;
las lineas fueron perfectas en medida
y la obra empezó con el anhelo.
Los espectadores ahora detestan
el segundo acto en su comienzo:
en esta obra no hay lugar para las dudas,
solo así el final será un éxito.
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