Tu eres como tus mismas manos,
suave y pequeña de alma,
maltrecha por el tiempo y su paso,
con pequeñas cicatrices de dama.
Inquieta y sin querer otras manos,
golpeas de manera desganada
a aquellos que te han sonrojado,
para tus nudillos combinen su gama.
Yo soy como uña a tus manos,
me mutilas sin querer cada mañana;
tus ansias sin querer me han condenado
a no crecer a más de una pulgada.
Aun así crezco entre tus manos
y tus dientes inciviles me arrebatan;
soy el descuido que llevas a tu lado,
soy quien crecerá tras ver la parca.
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