Te vi en tu inocencia aborrecida,
con uniforme de tu cárcel predilecta;
ibas sofocada por el clima,
te sugerí un refugio con merienda.
Aquel entonces no era nadie,
tu eras una desconocida,
pero estaba bien pasar el rato
o perder el tiempo en compañía.
Empezaste a tomar confianza,
reíamos en algarabía;
te pedí no fuéramos amigos,
tu diste gusto a mi idiocia
Frecuentamos los mismos lugares,
y jugábamos de vez Romina,
sabías que mi corazón late,
sabías ya que te quería.
Fuiste probando mis palabras,
y yo buscando tus sonrisas;
comenzó a ser un reto besarte,
para ti rechazar mi cercanía.
Empecé a ser muy agresivo,
buscando tus labios cada día;
tu sabías lo que hacía falta
para yo probar tu boca tibia.
Hoy después de tanto tiempo,
por fin comprendo tu afonía:
querías días como antes,
cuando disfrutába la compañía.
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