sábado, 21 de junio de 2014

Noche corta, días perfectos.

Me temo los sabuesos del sueño me alcanzaron
y me han acorralado lejos de despedirme,
aun tu recuerdo del día se ha impregnado
entre mi cuerpo y la distancia de lo triste.

Mis adentros exigen ya el descanso,
pero aun mis ojos buscan advertirte
que no sería capaz de abandonarte,
cuando la esperanza del mañana aun existe.

Somos dos extraños enamorados,
perdidos en el déjà vu de días febriles;
aun tu cuerpo enfermo yo he adorado,
para compartir el dolor y seducirte.

La noche y el reloj están callados,
y sospechan del desacato a despedirme,
así que hoy me iré a este otro espacio,
pero esperando que aun puedas perseguirme.


Cuando menos te hayas percatado
yo estaré ahí para sonreírte.

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