sábado, 1 de septiembre de 2012

Una nueva historia.


Fue algo inesperado. Había leido libros de todo genero, textura y tamaño desde joven, esa curiosidad humana de conocimiento y prepararse adecuadamente para los actos inapropiados generados por nuestros errores. Pero esto era diferente. Y es que aunque fuese la misma esencia que se respirase en las calles todos los días, esta vez había cierta frescura que calmaba y tensaba el alma en un lapso interminable que no supe manejar. 

Consecuentemente vino el bloqueo. ¡Y por supuesto que tenía miedo! La coincidencia en el destino siempre me ha parecido tan falso como el calor que generan las casas de citas. Y los encuentros, la soledad, las miradas a traves del cristal, toda una maraña dispuesta a llevarme a donde quisiese. Quizás a esas alturas, no sabía lo que quería; y es que en compañias siempre he sido muy aleatorio,  y a veces, sin querer, selectivo. Esa contrariedad en mis pensamientos tan susceptibles y cambiantes son el tipo de actos que hacen dudar.

Realmente no podría describir el momento de mi decision, porque realmente no hubo tal. Para cuando me percate de mi alrededor, me encontraba en frente de una mirada calida pero a la vez sencilla, que a pesar de ser tan comun en los cabales de mi mente, me dejo imperceptiblemente una fragancia de deseo y alegria, y no una alegria duradera, sino una de esas ocasionales para aquellas personas especiales a las que les dedicamos nuestros pensamientos mas calidos.

 Y estuve absorto. Parecía estar mas en mi cabeza que en mi propio cuerpo. Afortunadamente, no recuerdo haber mencionado nada innecesario para dejar las ansias de un reencuentro. Porque, aunque a todos nos gustase devorar el mundo de un bocado, hay que considerar que, como en muchas situaciones de la naturaleza, es necesario tomar un tiempo para que los ciclos tomen su rumbo natural. Y por mas separado que este el humano de su naturaleza, aun tenemos ese inquietud de aprender. ¿Y porque no, aprender aquellos que hemos olvidado?

La vida es un  juego. Y solemos creer que nosotros somos jugadores. Pero no es un juego de rol, sino mas bien un tablero de ajedrez metodico y con distintos resultados. No hay caminos diferentes en el juego, sería hacer trampa. Los que lo tienen mas facil son aquellos mas suceptibles a ser derrotados, los reyes, las reynas... No sabemos que pieza somos hasta que deciden jugar con nosotros.


A veces solo necesitamos un empujon, y hoy la vida me dio varios. Agradezco cada "coincidencia ocasional" que se me otorgo y el hecho de poder disfrutar el acto final, que, si bien ha terminado con mi solitario personaje, ha dejado un buen sabor en la boca de los espectadores. El suficiente como para hacer una segunda parte.


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