lunes, 10 de septiembre de 2012

Razon contra locura.

Las cosas llegaran, lo he dicho ya, pero ese no es el problema, sino cuando arrivaran. Aun no es una jaula, porque en ella atrapan a corazones descuidados. Mas bien una basura,  de esas arrojadas al suelo con que resbalan. Juego a no pensar, porque eso solo lleva a reprochar, como toda esa envoltura, que solo cubre la rencompensa verdadera.

Este mundo es demasiado pequeño como para encontrar un sueño de la noche a la mañana, pero lo suficientemente grande como para tenerlo entre mis manos. Son esos momentos en los que jugamos a perder el tiempo, y decidir que ese tipo de preocupaciones no tienen importancias. Luego despiertas.

A estas alturas, no estoy seguro si vale la pena luchar por algo, o quedarte en el bando de la simple y segura nada, que, si bien no prometa mas que su nombre, deja un sabor mas tranquilo y carismático a mi boca. Pero claro, que no estoy luchando por algo, porque no existe aun eso.


Nacimos en tiempos dificiles, donde no existen guerras honorables a las cuales dar tu vida, y en las que no importa lo que eres, sino mas bien lo que los demás quieren que seas. Estos no son mis tiempos. Ahora, en lugar de ídolos, tenemos mentiras bañadas en popularidad de las muchedumbres, las cuales, en el pasado no significaban mas que la ignorancia remarcada de la humanidad. Aun lo son, pero democráticamente, su argumento gana por mayoría.

Ahora solo queda esperar a que el caos vuelva a tocar a las puertas de los corazones, y que los mismos despierten en un latido desordenado y aleatorio que determine nuevos caminos que tomar, y no solo los que ha pedido la sociedad. Y, mientras espero, quizás siga quejandome del clima, o volveré a los pasos de la bella nada. Razón contra locura.

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