sábado, 15 de septiembre de 2012

La primera vez que soñé.

Recuerdo la primera vez que le vi. Realmente no es algo que quisiera recordar, porque de aquel día no saque nada mas que una mirada. Dicen que el karma es una balanza entre lo bueno y lo malo que sucede en la vida, y si ese fuera el caso, me atrevería a decir que sus ojos valían al menos un martirio.

Aquel día recién salía de mis obligaciones, y un amigo, que había conocido recién pasadas las fiestas, me había pedido acompañarle a una reunión social, con tema de sorpresa a la mejor amiga de su amada en aquel entonces. Recuerdo haber vestido un tanto elegante, un tanto informal, no era un día importante ni mucho menos algo en especial. En ningún momento me pasó por la cabeza la importancia de aquel día.


!Pero que día tan mas sencillo fue aquél¡ ¿Pero de que he de quejarme? si era mejor que la monotonía que recorre cada día los pasillos y rincones de mi hogar. Y sin embargo, no podía dejar de pensar que era una mala idea. en aquella reunión, la única persona conocida era mi amigo, y por principios me era imposible pensar en hacerle un tercio a su linda pareja. Así que estuve solo, y no estaba mal; a esas alturas de mi vida era mas que natural estarlo.

Recuerdo a algunas personas riendo, algunas otras abusando de sus gustos por el alcohol, y otros bailando aquellas danzas prohibidas, que ahora son tan comunes en estos tiempos. Principalmente recuerdo algunas burlas hacia lo triste de mi soledad, que mas que enfadarme, hacían gracia en mi cordura.

En fin, el momento cumbre del día se centró en las presentaciones, y por presentaciones, he de referirme de mi persona hacia los demás. Soy muy simple siempre en esos aspectos y solo suelo dar un saludo general a todos en la habitación, pero que de arrepentido estoy de ello. Ahí la vi a ella. Callada, pero sus ojos murmuraban el viento que se deslizaba en mi rostro, pareciendo frotarlo con la delicadeza y belleza que solo es comparable con el cielo; y sin embargo el cielo se notaría aspero ante mi observación. 

Fue uno de esos instantes que parecieran eternos, pero cuando te percatas, el mundo continuó su simple camino, y te ha abandonado por un instante en su continuidad. La vi, después, desperté. Y me encontraba sólo otra vez, pero con una inquietud en la mente por conocer mas de aquella persona.

Al buscarla entre las multitudes me topé con una de esas noticias hirientes que jamás debíamos de percatar; y es que en ese instante la volví a ver, esta vez acompañada. Y mi corazón sin percatarlo se había desarmado, cual simple instante que cambiase sus latidos de lugar, y jugase con su ritmo y su valor. Y aun la seguía mirando. Y ella me miró.

No estoy seguro de cuanto tiempo pasó. Si 1 segundo, o quizás los 5 minutos que siempre he pensado que duró, pero todo ese tiempo nuestros ojos se entrelazaron como si hubiesen encontrado algo necesario para vivir el resto de la vida. Y una sonrisa salió de mi rostro, y una satisfacción se regocijaba en mi cuerpo. De nuevo parpadeé, esta vez en mi hogar. 

Aún no se si fue un sueño, o solo un invento de mi historia para darle un sabor dulce a este desastre de receta. Pero si fue un sueño, me atrevo a decir que mi cama se ha ganado los mejores argumentos y méritos ante mi persona. Es por eso que me encanta dormir. La realidad no me va.





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