martes, 4 de abril de 2017

Desnudo

Después de tanto yerro, fracaso y malentendido, empecé a temerle al desnudo y a la sublime belleza del arrumaco nocturno, pues la dicha cada vez huyó de mí, cada vez más cerca de su. resguardo contra el desengaño, y así también del fuego amigo. 

Me refugié en la ropa y en las sabanas de mi lecho, dejé a la lengua en su prisión de incisivos jaspeados y me dediqué al respiro, al deseo que se apaga con inviernos y al infierno del camino solitario. 

Aprendí a tenerme, no a quererme pues sería demasiado, pero sí a contar conmigo, a tomar lo bueno de lo amargo, y a beber el trago amargo con amigos, siempre presentes, nunca centrados pero en extremo tendidos a mis deseos insensatos. 

En el fondo, sabía que no era una solución, ni es que fuese más maduro, sino más bien me había engañado. Había conseguido soltarme del mundo y pensar que el mundo no querría tomar mi mano, pero entonces el Sol salió, y así como salió, me encontré de nuevo desnudo, encantado y luego confundido. 

Me quitaste el disfraz cuando empezaste a quitarte el tuyo, llovió entre mis brazos, despejó entre los tuyos y por un momento, sentí de nuevo el arrumaco nocturno. Con el amanecer nos fuimos, buscando de nuevo desnudarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario