miércoles, 22 de febrero de 2017

Ensayo del artista.

Un artista, en mi insignificante opinión, es un hombre admirable sin importar si es bueno o malo, pero vamos, que eso es bastante abstracto. Es cierto que lo que es bueno para uno no lo será para otro, pero lo que es bueno, lo quisiera entender como un sentimiento, un pedazo del alma desprendido y plasmado en una obra. 

El hombre nace y se encuentra rodeado de una realidad, que si bien parece haber sólo una, se fragmenta en lo que divisan los ojos de cada individuo. Así, hay realidades más agradables, más ortodoxas, menos inspiradoras, pero a fin de cuentas, un lienzo que decidimos evaluar como nos permiten los sentidos y la mente. Somos apreciadores de una belleza inherente a nosotros, así como se encuentra alegría en la más lúgubre pobreza, se hallan tinieblas en el lugar más cómodo del mundo. Crecemos uniendo piezas a nuestro rompecabezas, son versátiles y las acomodamos como queremos, a veces en una pila de ira, a veces una planicie de amargura y sequedad, a veces queriendo armar más de un juego, y otras forzando para que entren como un único plan que está destinado también a fracasar. Aun así, el rompecabezas no es el fin, sino el medio para desenvolvernos en el mundo, el suelo por el que pisaremos, un camino que no debería dejar de extenderse. 

Sin embargo, a veces lo hace. 

El hombre a veces cede al camino de los otros, se estanca, retrocede, busca caminos fáciles y termina en un camino vacío, un trabajo tedioso, una pareja insoportable, hijos no planeados, fanatismo, comodidad. Si bien no son absolutos, estos factores pueden cerrar no en sí los caminos, sino el deseo de seguirlos.

Entonces el artista viene del camino, en parte. A fin de cuentas hay muchos grandes artistas que cometieron suicidios poco después. Seguir adelante es primordial para el desenvolvimiento de los deseos lógicamente, pero ¿cómo alguien termina siendo un artista?

Primero, hay que mencionar que el artista no es sólo aquel dedicado a alguno de los siete artes (al menos desde mi perspectiva), sino todo aquél que en su paso en el mundo, ha podido consumar un rayo de belleza admirable, aun si es sólo para una persona, un papel, una obra, un trabajo, un estilo de vida. Incluso, me atrevo a decir que muchos de los que trabajan con las ramas del arte están lejos de poder ser reconocidos como artistas (ante mis ojos), pues si bien pueden dominar una técnica, no terminan de entender que se trata únicamente del medio, y no del fin del arte. De nada sirven fotos de bodas, diseños genéricos de publicidad, canciones con precio, películas sin trama, actores visibles hipócritas, esculturas con instrucciones de elaboración. Es en ese punto donde una técnica impecable no se vuelve arte, si carece de alma.

El artista surge de las emociones, de los sentimientos, de las ambiciones incluso, pues se tiene un fin, que puede ir desde dinero, hasta un simple desahogo. Hay pues, artistas de una noche, de toda una vida, de sueños, de realidades, de triunfos, fracasos, momentos memorables, y pensamientos vagos, talentosos, con contactos, bien parecidos, sin nada en especial; los que escribieron toda su vida y terminan expresándose mejor con las palabras de otros, que al fin de cuentas, las vuelven suyas; los locos que sienten a flor de piel y se controlan de vez en cuando con un lienzo,  los enamorados que vomitan arcoiris, el tercero que se lamenta en una canción; el padre que encontró la plenitud al tener su hija en brazos, la madre que arrulla cada noche; el simplón que no se rindió para tener su mansión; el joven que juega a ser feliz, mientras sus palabras son honestas; la mamona de los pulpos y los calamares, la tímida de vida monótona que dibuja después del trabajo, la aburrida con mucho papel, la de la máscara que gotea cuando le escribo; el que vivió la noche más larga del año, el que amanece siempre con una sonrisa, el que amó tanto como sufrió, el que encontró amor a la primera, el que amó a su prima, el que amó al primo de su mujer, el que vivió de su único éxito, el que murió por él.

Yo, por mi parte, no puedo considerarme un artista, no hasta que alguien me lo pueda decir.

El hombre nace, y con él, nace o muere un artista.


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