El hombre, enamorado desde hacía años de una mujer extrañamente particular, decidió expresar por fin todo su afecto en aquel concierto. Cuando el silencio volvió, empezó a hablar de amor, de añoranzas, de deseos, hedonismo, destino, cultura, sociedad, futuro, y dio un discurso tan detallado y completo que cualquiera que estuviese alrededor, fuese hombre o mujer, se hubiera enamorado de él, o por lo menos sentido un bello consuelo. Sus manos temblaban, el corazón casi se le salía, el alcohol se le bajó desde la primera palabra, y no paró hasta que sacó cada frase que le intoxicaba el alma.
Cuando terminó, ella le gritó que había perdido la audición.
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