martes, 21 de febrero de 2017

Ahora puede ser el día.

Ahora que me salto el desayuno,
que veo el amanecer tras cada noche,
que duermo varias veces al día.

Ahora que mi libido no acobija,
que las sabanas son amigas,
ahora que ni la duda me carcome.

Que los sueños no tienen guia,
y se pierden en mi mente,
entre ratos, hallando la salida.

Ahora que por fin tengo amigas
y no posibles pretendientes,
ahora que pretendo a la poesía.

Que detuve el curso de mi vida,
que me avergüenza la desidia,
ahora que alguno me conoce.

Que pensar en ti es lo más sensato,
que ya no te apareces en mi closet,
ahora que no tengo a mi querida.

Ahora que me dedico a lo mundano,
que no hay manera de hallar goce,
que no me permito una pericia.

Puede que me quede sin saliva,
puede que mi muerte se decida
antes que mis dedos desahoguen.

Y desborden en almas perdidas,
en perdedores fervientes,
a nada de hallar empatía,

de tener un corazón entre mis manos,
de plantar el barco de Caronte,
de escribir el libro de mi vida.

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