sábado, 11 de febrero de 2017

Ensayo 36

Jueves 2 de Febrero

Empiezo a creer que no me llamaran de aquel trabajo. Supongo que era demasiado bueno para ser cierto. Volvemos a la idea de un futuro completamente incierto, lo cual está empezando a agobiarme.

Sabado 4 de Febrero

Hemos salida con Miriana al cantabar, no veníamos desde el incidente de Alfredo, pero a estas alturas habrá quedado olvidado. Pedimos un par de cervezas, cantamos cada quien una canción y sin darme cuenta, me encontré recitando un mensaje de felicidad ajena, de amor solemne, dedicado a esa joven sentada en mi mesa.

Después llegamos al departamento, acompañados de el alcohol suficiente para no preocuparse de nada. Jugamos a retos de alcoholicos, nos dejamos llevar con los sorbos que se convirtieron en botellas, y botellas que se volvieron risas de sin sentidos y problemas motores. Miriana apenas y podía mantenerse de pie, a veces recargándose sobre mí (aclaro que lo hacía con todos, pero en esa situación no tenía relevancia), acomodándose en mi pecho, balbuceando absurdos y mostrando una sonrisa algo depravada, algo tierna.  Sus pies ya no la soportaban, así que le serví de soporte hasta que se encontró casi inconsciente, donde le lleve a mi cama, la arropé y me despedí dándole un beso en la frente. Por mi parte, me tocó compartir cama con Alfredo, lo cual fue un tanto incómodo a la mañana siguiente. Ella se fue justo después del desayuno.

Jueves 9 de Febrero

Hablé un rato con Carlos, principalmente de mi desespero por mi paro laboral. Me ha recomendado buscar un trabajo cualquiera, aun si es de vendedor, lo cual resultó en un trago amargo para mi orgullo pero una pedrada para mi razón.

Hablé con Laura el día de hoy. Por muy común que fuese la plática, empecé a tornarme algo melancólico, primero argumentando que no buscaba amor en caras nuevas desde hace mucho, después que había olvidado como hacerlo, y al final comprendiendo que simplemente no me estoy permitiendo hacerlo. Aunque no termino de comprender de que se trata toda esta charla, me siento aliviado de poder hablar con ella con tanta confianza al respecto, es mi forma de aceptar su amistad y realmente lo aprecio.

Viernes 10 de Febrero 

Esta vez me ha tocado devolverle el favor a Laura. De momento, siente su vida en picada hacia el desastre, no sólo por su situación laboral, sino también por sus amigos, amigos que cada vez son menos y más distantes. Le he dicho que siempre habrá oportunidad de que gente mejor entre a nuestras vidas, pero no tiene interés en conocer a gente nueva. Está algo decepcionada, algo temerosa, pero insisto en que las cosas pasaran como deban, sin que ella deba preocuparse de eso. A pesar de no sentir que hiciese caso a mis consejos optimistas, de una forma le tranquilizó saber que alguien se preocupa aun por ella, y es suficiente para considerarlo una victoria. 

Empecé a platicar con Alfredo al respecto de ello, y de repente, empecé a retomar lo de la plática del día anterior, y él se motivó para abrirse conmigo. Se ha dado cuenta de una verdad absoluta de su vida, y es que lleva pausada desde hace un tiempo. Toda decisión o acción que debiese tomar la ha evadido, a veces sutil, a veces descaradamente y siempre descartando la importancia que pudiesen tener. Todo esto lleva a una única arista:  Silvia. Han pasado seis meses desde que se le declaró, ella inició una relación con un tipo muy contrario a él, hubieron dramas, distanciamientos, dolores, y después una calma enfermiza, que se limitó a continuar inadvertida, esparciéndose en cada actividad del día de Alfredo, aun cuando ella volvió a ser soltera.  Existe un miedo a aclarar las cosas, a borrar el incierto, a pensar en lo que pasará y entre todos estos pensamientos, el reloj se detuvo para él, y hasta cierto punto también para ella. Trato de convencerle de tomar las riendas de su vida nuevamente, pero no es tan fácil cuando se esta en una situación similar. Por último, logré persuadí de anotar las cosas que debe hacer y una vez plasmadas, su cabeza se quitó un peso de encima.

Hablamos como pocas veces se puede. El de Silvia, yo de Miriana, que por alguna razón me sigue rondando la cabeza, hablamos de pasión e intensidad, recapitulamos nuestros sentimientos tan marcados como si de memorizar habláramos, poesía, belleza colateral, proyectos de vida diluidos entre cenizas, y es ahí cuando por fin lo entiendo. Entiendo lo que hablaba con Laura, y es que aun quisiera tener esperanzas con Miriana, por eso no me permito conocer a nadie más. No quiero a nadie más, la quiero a ella. Puede pasar un buen tiempo para que eso cambie, y así me encuentro cruzando miradas desdichadas con Alfredo, pues toca un buen rato de pesares para los dos.

14 de Febrero

Día de la amistad y nada más. Que los amores se queden en casa, pues los corazones necesitan descansar, sentir algo tangible, algo real, sin miedo de perder, sin ganas de ganar, sólo de estar. Mañana volveré a sufrir, volveré a llorar, siempre desde dentro sin nada que mostrar a los ojos atentos y faltos de piedad. Un brindis por la familia, por la absurda libertad que encontramos día con día en brazos de alguien más.

18 de Febrero

Hoy ha sido de esos días donde no hace falta planear nada para que te toque el corazón. Carlos había traído desde temprano a Bianca, Miriana llegó poco después. Preparé comida para todos y aunque un poco lejanos aun de las vidas, creabamos lazos en la mesa, que prometían convertirse en  algo más. Fue tan extraño que Carlos propusiese ir a un bar, pero siendo esa misma la situación, fue que aceptamos en contra de un fin de semana en cama, en soledad, esperando la mañana, un día más. En su lugar escuchamos música en vivo, compartimos unas cervezas, reímos, cantamos, y unas lagrimas cayeron por mi descuido. Lagrimas por mi poesía, escrita sobre una servilleta arrugada que poco aportaba al contexto, las palabras se defendieron, atacaron, cumplieron su propósito y se escurrieron entre sus ojos, cuando al terminar de leer le decía, que era para ella y nadie más. Un sentimiento egoísta, directo, complejo, pero tan sencillo en palabras para quien estuviesen destinadas. Me sentí terrible al verla llorar, pero también feliz, pues el mensaje había llegado y se había convertido en un abrazo, que para efectos del alcohol se sentía como amor. Poco desúés se retiró, y el vacío ocupó su lugar, dejándome un sabor amargo por lo que interpreté como una huida, quizás de la incomodidad, quizás por lo que quisiera fuera confusión.

Ahí me encontré de frente a un par de tortolos que intentaban devorarse con ansiedad, y una cara larga que asemejaba la mía, que era la cara de Alfredo, nostálgico de Silvia, de su vuelta a ver, y a pesar de sentir resignación en su mirada, también había esperanza de que las cosas cambiasen, un ligero brillo, que se terminaba de manifestar en una poesía no correspondida, en relatos rotos, sin sentidos, en silencios. Coloqué mi brazo en su hombro y el respondió de la misma forma, y dejamos que el alcohol nos escurriese lo demás. Debo admitir que el camino a casa se vuelve complicado cuando caminas en zig zag.

19 de Febrero

¿Qué sería del mundo si todos pudiésemos expresar lo que sentimos?

Sin importar el índole o el compromiso, sin molestar a nadie, sin miedo al rechazo, que las palabras fuesen un medio para la genuina comunicación y no para la cortesía. Decir lo que sientes sin salir herido, sin estropear un momento,  una amistad, un futuro, escuchando el alma y permitiendo que la escuchen. ¿No sería acaso esa la verdadera libertad?

Tantas mentiras, tantos silencios, tantas situaciones que se mantienen en clímax por desidia, todo eso que me acompaña últimamente en mi día a día.

El desvío de un hombre a enfrentar el desenlace de su declaración sentimental, buscando mil y un maneras de perder el tiempo o dejar de pensarlo; la mujer que prefiere ignorar o dejar en incierto en contra de resolver lo que siente, y evitando desangrar, mantiene el puñal en la herida del hombre. Los dos juegan a estar bien, pero nunca a ser felices.

Los jóvenes que recién descubren el amor y se sacian de sus colores pastel y sus sabores dulces, dejando cualquier amargura rezagada, acumulándose peligrosamente en el ático, hasta que un día el techo ceda. Juegan a ser reales, mientras se colocan mascaras de alegría.

La niña que dice haber crecido por sostener su cuerpo contra la tormenta,  mientras que la lluvia crece dentro de ella y ha formado relámpagos, torbellinos y explosiones de un negro mamba, y entonces la mentira se vuelve su pan y de él come cada día, sin notar si realmente lo necesita. En las noches, se oculta bajo las sabanas, deseando que acabe la tormenta.

El tonto que se oculta en el papel y lo precipita hacia las manos de sus allegados, esperando aceptación de su sentimientos y sus palabras,  mientras que siempre se guarda los dilemas que considera absurdos, esperando que nadie le entienda nunca. Siente que le da sabor a sus días, pero es sólo la vía fácil para llenarse, o al menos, no sentirse vacío.

¿Qué sería de ellos sin sus mentiras?

28 de Febrero

Amanecí y la casa estaba sola. Pensé que era un buen día para tomar las riendas de mi vida. Desayuné el recalentado de anoche, realicé un par de llamadas y conseguí enlistarme en un curso interesante. Empezaba al día siguiente, por lo que debía apurarme con el tramite. Conseguí el papeleo al medio día y me dirigí al banco, perdiendo dos horas ahí. "El sacrificio lo vale" pensé en ese momento, y me dirigí al centro de estudios donde se impartiría la asignatura. Era un lugar enorme, no por nada la universidad más importante del país. Fui pidiendo indicaciones poco a poco, hasta llegar a la facultad que necesitaba, algunos me ayudaban cordialmente, otros me miraban extraño, como si fueran nobles en sus cabezas. De todos modos, logré llegar... pero no a donde debía. En lugar de eso, yo debía dirigirme al otro lado de la universidad, donde el anexo de la facultad se encontraba, me dijeron que tomase un camion de estudiantes que me dejaría justo ahí, y hubiera sido una gran idea, sino fuera que necesitaba una credencial para acceder. Caminé, esperando topar con algo familiar, pero terminé a las orillas del centro, y a falta de tiempo, lo más sensato fue volver a casa. Es así que comprendí, que a veces es mejor quedarse en cama.

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