Albedríos de ultramar,
amoríos de ultratumba,
cala fuerte penetrar
los confines de mi muda,
de la piel que cae
sin el mar que empuja
la tierra a tus pies
y al cielo que suda
rozando mi sien
con luz penumbra.
Abro y miro sin mirar,
cierro y cavo la tumba,
porque voy a contemplar
otra vez la piel desnuda,
del color que pinta
la hoz que astuta
me mira sin mirar
y termina por hacer
labor nocturna.
Soy esbirro de la mar,
perdido en una duda
si acaso fui hombre
por vivir con furia
o por no pedir ayuda,
apaleado capitán
navegando sin ruta.
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