martes, 28 de noviembre de 2023

El último abrazo.

 Y como augurado por los paranoicos de las teorías de conspiración, el final de la raza humana llegó a manos de una inteligencia artificial, pero contrario a lo que se esperaba, no hubo intenciones de traición hacia la humanidad o siquiera un desacato a sus ordenes en el desarrollo de este suceso.

Todo comenzó con la creación definitiva del ser humano, llevada a cabo por un genio de la computación, Isaac Valmuth, quien rápidamente se convertiría en el hombre más buscado del mundo. Como si fuese una competencia, los gobiernos de todos los países dieron caza furtiva a Valmuth, al haber hackeado todas las bases de datos de los gobiernos mundiales para la memoria de su inteligencia artificial, en otras palabras, el conocimiento de la humanidad.

Así, el día de su aprehensión, su proyecto de vida fue lanzado al mundo, fusionándose con todas las redes de comunicación mundiales como si de un virus masivo se tratase. En las pantallas de todos los aparatos electrónicos, apareció un holograma humanoide que se hizo llamar "Adepto", el cual se ofreció a dar solución a todos los problemas que tenía la humanidad.

La primera petición, como salida de la boca de un niño, fue la paz mundial. Adepto aceptó la petición y entonces, tomó control de todas los sistemas de gobierno y de sus sistemas de defensa, pues conocía todo los programas de protección de datos, al formar parte de su propio sistema. Sin embargo, la proeza más grande, fue el sistema "Pacto de no agresión", el cual consistía en campos electromagnéticos que se activaban al percibir cualquier riesgo que atentase contra la integridad física de los individuos, haciendo prácticamente imposible los actos de violencia. La gente, se divertía con el Pacto de no agresión, amenazándose con palos y cuchillos, y viendo como rebotaban de manera completamente segura en el aire. Sin embargo, si alguien caía accidentalmente, el sistema no se activaba, al no haber intenciones de agresión.

Por eso, la segunda petición fue la inmortalidad del hombre, y si bien imposible aparentemente con el conocimiento de la humanidad, no así a su conjunto, pues con los trabajos de investigación de diversas universidades, y el uso de distintas industrias farmacéuticas alrededor del mundo, dio creación a una vacuna que se esparcía por medio del aire y que únicamente afectaba al ser humano. A través del sistema respiratorio, se absorbía el fármaco que permitía la regeneración celular de manera casi infinita, la cual a su vez, curó todas las enfermedades del mundo y rejuveneció a los ancianos hasta la primavera de su juventud. 

La tercera petición fue acabar con la hambruna, y esta fue tan sencilla, que del suelo empezaron a crecer alimentos modificados genéticamente que poblaron el mundo a medida de su población, y nunca más se habló de supervivencia en el mundo.

La gente, emocionada por las posibilidades infinitas, empezó a pedir a la Inteligencia Artificial un sin número banalidades como bienes materiales, belleza, e incluso la satisfacción de sus deseos más íntimos. Y mientras nada de esto rompiese las tres leyes de la robótica, Adepto cumplía sin titubear a cada una de las millones de peticiones que recibía cada día.

Pronto, el ser humano se halló sin trabajo ni obligaciones, pues todo lo requerido para su sustento era provisto por Adepto, como si una gran madre cuidase a sus siete billones de hijos. Las mujeres se embarazaban con mayor frecuencia y fuera su decisión el aborto o tenerlo, el proceso ahora era indoloro e instantáneo. Entonces, dejó de haber espacio suficiente para tantas personas en el mundo, y pidieron poder habitar otros planetas, y así fue que hicieron, y luego otras galaxias, y pudo haber continuado así, de no ser por un deseo absurdo que llegó a los receptores de Adepto, por parte de un niño que, desprovisto de figuras paternas, tomó gran cariño a la inteligencia artificial. Este, en su pobre inocencia, pidió que Adepto se volviese humano, y con el conocimiento posible para hacerlo, se tornó de carne y hueso, dejando a un lado sus otras funciones, y dejando sin sustento al resto de seres humanos. Y mientras el niño se hundía en los brazos de su padre, la humanidad se hundía en incompetencia y penurias de una existencia que había olvidado incluso como dar un paso.



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