lunes, 13 de agosto de 2012

El engaño.


Su nombre era innecesario;
bastaba una mirada para caer
preso de un amor sedentario,
que ella nunca habrá de notar.

Su voz era un gusto falso,
una melodía que nunca ha de triunfar;
era mas un vistazo estacionario,
lo que te hacia  quedarte atrás.

Su carácter era un desagrado,
un caos que no pretendías escuchar,
ecos que invaden desalmando
a las victimas de su absurda bondad.

Mi sueño fue sólo un relámpago,
un instante de flaqueo y soledad;
al menos quiero seguir pensando
que he despertado de mi final.


Su nombre sigue siendo sagrado,
su voz es el sentir abrigado,
su carácter un defecto inestable
que mi sueño no supo interpretar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario