Preso del libre pensamiento,
ese que me infundaron de pequeño;
otro de los sistemas obsoletos
que nos ha otorgado la vida.
Tomamos un remedio casero
en la calle donde morimos viejos;
tomamos drogas y venenos
en donde nadie note nuestra caída.
Vendí mi alma al diablo
por querer ser alguien verdadero,
otra marioneta para el infierno,
y otra gran estrella que fue vendida.
Quizás me sirva de escarmiento,
en la vida no hay caminos rectos;
sino mas bien curvas en las filas
de los lamentos y los actos incorrectos.
Llora cual alma y me arrepiento,
entre ruidos y silencio su vil eco;
entre sueños puede sobreviva
una gota de esperanza en los preceptos.