miércoles, 27 de enero de 2016

Ensayo 10.

22 de Enero. 

Eso de empezar las labores cada vez me deja menos que decir: Salir de casa, caminar, subir a un camión, bajar, caminar más, subir a otro camión, bajar, y caminar hasta el aula, sentarse, escribir, pararse y así dos veces mas hasta hacer el mismo recorrido de regreso, con la única diferencia que las luces de la ciudad apiladas sobre los cerros me acompañan, asemejando a un árbol de navidad sin final. Me encanta verle con un cigarrillo desde el puente y quedarme ahí idiotizado hasta que el puente se acaba y desciendo a la profundidad de mi monotonía nuevamente, y llego a casa cansado, perdido o a veces solo hambriento.

24 de Enero

Un golpe en mi puerta cuando Miriana decidió pasar a saludar. Junto con Alfredo, platicamos sobre cosas burdas, recuerdos, películas, parejas, y en ese punto, la conversación se tornó unilateral, mientras me guardaba la lastima que sentía por el fracaso próximo en su corazón, con una pizca de celos molestos y una tristeza lastimosa llena de envidia y otros sentimientos inapropiados. Aun así, no me dejé amargar y la acompañamos a hacer las compras, lo cual me dio aires de una familia feliz, padre, madre y un niño peludo y con lentes. Amo a ese idiota. Después la acompañamos a casa, y mi sonrisa desapareció al ver a la pareja de Miriana, tomándola de las manos y arrancándole un beso de sus labios inmaculados. El tipo al menos me ha invitado un cigarrillo. El peor cigarrillo de la vida.

25 de Enero

Por fin se me hizo probar el mezcal. Fuerte, rudo, violento y alegre. El mareo ha valido cada sorbo, pero quizás sea mejor recostarme y olvidarme de todo lo... De que estaba hablando? ¡Ja, ja, ja! ¡Je, je, je! ¡Ji, ji, ji! ¡Jo, jo, jo! ¡Ju, ju, ju!

 27 de Enero

Un día cualquiera, salir de casa, caminar, subir al camión, bajar, caminar más y de repente un destello. En la parada estaba una chica con la cual había estropeado cualquier oportunidad, Regina. Me saludó y respondí, pero de buenas a primeras empezó a sacarme platica. 

-¿Hoy te toca clases con Damián?

-Realmente no lo recuerdo, soy muy malo con los rostros, disculpa. Cuanto llevan... ustedes dos?

-¿Llevamos? oh, no somos pareja. -Soltó una risa algo burlona pero inocente a la vez. -Somos muy buenos amigos, nada mas.

-Entiende mi error, siempre preguntas por el, y pues no es de mal ver...

-¿Quién? ¿Damián? Supongo, pero no hay nada entre nosotros.

Aun con la buena noticia, me controlé y mantuve una charla de lo mas sencilla y cordial, sin enfatizar en algo afectuoso; no quería echar a perder tan buen momento con mis absurdas fantasías de entendimiento. Hablamos un rato en el camión y llegando a un transito pesado, me pidió que bajáramos y camináramos hasta la universidad. No recuerdo cuando es que ese camino se volvió tan corto, y aun dentro llegamos hasta su salón, dejando pendiente continuar nuestra conversación. 

Hoy mi corazón late con una nueva y bella mentira.

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