lunes, 1 de febrero de 2016

Ensayo 11

29 de Enero

Una de las ventajas de vivir en una gran ciudad es que frecuentemente se realizan eventos de todo índole, tradiciones de todo el país se aglomeran en las calles de por sí infestadas de gente, y ofrecen un escenario diferente al típico gris del día a día, a fin de que uno olvide la cotidianidad por un momento. Bien, he entrado a una especie de evento de todo un fin de semana. Las circunstancias y el objeto son poco importantes a estas alturas, y a pesar de que la idea me entusiasma febrilmente, no concibo tanto tiempo dedicado a una simple actividad. Me temo que he dedicado demasiado de mi tiempo a procrastinar y eso me ha llevado a no soportar tareas prolongadas, sin importar lo divertidas que sean. Temo que esto a la larga pueda traerme inconvenientes en trabajo, relaciones, monotonía en general; puede ser que la universidad solo sea una muestra de ese infierno del cual tanto rehuyo y este evento sea el heraldo de mi perdición.

31 de Enero

Efectivamente me he dado por vencido. A una oportunidad de pasar al siguiente día del evento, he preferido tener la oportunidad de llegar a casa, fumar un cigarrillo en el camino y contemplar esas luces tan lejanas de lugares a los cuales nunca quisiera visitar. No me siento derrotado ni frustrado, sino mas bien aliviado de salir tan rápido de esa situación que podía ser tan oportuna. Es duro huir de las ventanas, pero muchas veces no son lo que uno quisiera. Hay que saber negarse a los encantos del papel con marcas de agua y a los insumos que conlleva. De momento, me basta escuchar el aullido del viento escurriéndose en mi ventana, tratando de llegar y enfriar mis manos nuevamente.

1 de Febrero

Se hace tan fácil cancelar los compromisos con tal de pasar un buen rato en compañía. No siempre la casa está llena de risas o voces afinadas y listas para lanzarse a una melodía. Miriana ha estado aquí y como siempre, me ha dejado idiotizado con esa sonrisa tan dulce e imparcial que te invita a dar cariño, mientras que a la vez, la memoria te recuerda aquel hilo rojo en el meñique atado a la mano de algún pobre diablo afortunado. Aquel hombre hoy se mostró seco, prepotente, celoso, fastidiado, pero eso no le impedirá poseer ese cuerpo ingenuo de su propia belleza y del amor al cual no corresponde. La voz de Miriana se torna tan dulce con un par de menores y un sol mayor realzando esa alegría de sus ojos, que en el fondo pienso o deseo que sea falso.

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