lunes, 25 de agosto de 2014

Malas cosechas.

Sembramos malas decisiones
y les cuidamos con negligencia;
sabíamos que tragaríamos el fruto,
pero no que hiciera nudo de emociones,
que alejaría a quien no lo digiera,
que el decaimiento fuera tan abrupto.


Quisimos servirlo con flores,
pero se volvían fácil mala hierba
y hería las lenguas de inmuto;
quisimos sanar su decadencia,
pero siempre nos llegaba a la cabeza
ese instinto asesino y de repudio.

Al final entre desardores,
hallamos quien el mal nos consumiera,
pues también cosechaba dicho fruto
y había probado decepciones,
que en risa ella volvieran
junto a mí en el desayuno.


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