Me he advertido a no acercarme,
a no poner un pie en tu camino,
que el desastre traigo en el descuido
de otra vez poder besarte.
Aun tu recuerdo susurrante
me castiga entre sueños repentinos;
soy el culpable de aquel delito,
por el cual jamas me condenaste.
Que terrible es recordarte,
pero aun peor seria el olvido;
soy tan solo otro cobarde.
Que de risa llenes el aire
y de sabanas el escalofrío;
que el mejor sepa cuidarte.
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