domingo, 17 de agosto de 2014

El falso artista.

Solía llamarse a si mismo genio, aunque por dentro sus capacidades se limitaban a un pequeño alarde de habilidades varias, las cuales jamás se intereso en dominar. Sus decisiones no eran mejor que las de los abatidos y sus sueños no eran mas que palabrerías inculcadas por su entorno. Se pasaba la vida mirando a la ventana, quizás buscando ver algo que nadie mas pudiese, pero muy por dentro el sabía que eso no era tan simple; hacía falta esfuerzo en sus brazos, ampollas en sus manos, mugre en sus uñas. Su pelo era aspero a la vista, pero al tacto era sedoso, como del que vive en el encierro. Vivió la mitad de su vida encerrado, y cuando decidía librarse, descubría haber entrado en otra jaula mas peligrosa, con menos alimentos, con menos sociedad. Temía. Así es como siempre volvía a ese nicho que podía llamar hogar.

 


 Su mente poseía ciertos rasgos de belleza; le gustaba aprender y se le daba fácil hacerlo, pero no tenía interés de indagación; jamas hizo algo que no fuese obligatorio para si mismo o para con alguien mas. Amaba como idiota, le temblaban las rodillas al hablar con una mujer, y no sabía como empezar una conversacion que no tuviese que terminar de inmediato; si alguna vez fue querido, fue por mero capricho de la vida, los cuales el jamas quiso apreciar. Quizás, inconscientemente, prefería la soledad o las malas compañias, tal ves porque le recordaba a la casa, o tan solo un mal habito de no soportar a la sociedad. 


Se hacía llamar complejo por sus dudas, en las cuales navegaba día y noche, haciéndose la víctima de un destino que no sentía capaz de cambiar. Y en su tormento lloraba, y sucumbía, hablaba con los demás de lo trágico de la existencia misma, y en los peores casos, desesperaba a sus seres queridos. Era un terco por naturaleza y orgulloso aunque nunca lo admitiese como tal. 


Egocéntrico mas no narcisista, estaba al tanto de ciertos limites impuestos por si mismo, los cuales le permitían llevar una vida mas tranquila, o mas bien cómoda, se odiaba por no poder cruzar esas lineas imaginarias, pero se amaba por haberlas hecho; era un amante del conformismo invisible. Se escondía en el arte para justificar su lucha contra el destino, la cual tenía como propósito solo una cosa: libertad. Evidentemente, empujaba a los otros a seguir sus pasos, a fin de que su meta fuera mas complicada, y no tuviese posibilidad de alcanzarla. Quizás jamas le gustó terminar las cosas. Yo siempre lo vi como un falso artista.

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