lunes, 16 de mayo de 2016

Aeropuerto # 3

En el borde entre lo lírico y lo vulgar te encuentras hoy amigo, hablando de pesos que cargar, de prioridades, de exquisitos sabores resilientes, de sufrimientos falsos y forzados. Y entre reproches a la vida y silencios desagradables, una lagrima pasa desapercibida entre el humo, y una bomba cae sobre el Hiroshima de tus ojos.

¿Que ha sido del niño mentiroso y ocupado en sus planes de papel?

¿Es acaso tan terrible haber descubierto la soledad en compañía?

Te vistes de valor ya que la derrota es incontrariable a tus adentros, e incluso has conspirado en tu contra a fin de no merecer un final feliz; le sonríes al ganador y en tus excesos le ofreces un obsequio de manera insistente, como trofeo de tu completa derrota y de una dudosa dignidad. Aquel hombre está lejos de ser mejor que tú, pero tus ojos has cegado de oportunidades, como si anhelaras más el sufrimiento que el idiota escritor. Tu voluntad flaquea y de a poco te derrumbas. No puedo culparte de todo, el alcohol no ha sido el mejor consejero, el tabaco ha hecho estragos en tu mente y tus amigos más cercanos no son más que una muchedumbre de egocéntricos disfrazados con el desahucio, y por supuesto que yo voy entre esos hombres de tan baja calumnia, pues si hoy me doy el privilegio de recordarte, es por no despedirte de mí.

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