miércoles, 9 de marzo de 2016

Soñar.

Lo que daría por soñar esta noche. Sacrificar un poco más de actividad neuronal tan solo por imaginar destinos diferentes, recordar personas que han pasado en el camino y no se han quedado, o simplemente gozar de una paz tan falsa como encantadora. Entrar al mundo de los sueños es aventurado, no solo por las pesadillas recurrentes de sucesos que nos aterraron (o podrían hacerlo), sino por la poca fidelidad de las situaciones que propone. Sin embargo, es un peligro inevitable. Somos víctimas de este acechador nocturno que encuentra siempre puertas abiertas, pues aun no comprendemos suficiente la mente como para poner cerrojo alguno. 

Y aun si así fuera, ¿quién querría hacerlo?

 No conozco ni espero conocer a nadie que no anhele más que el suelo que está pisando. Es inhumano. Somos seres ambiciosos por naturaleza. Siempre buscamos la forma de superar cierto estándar individual, a fin de darle un toque ameno y de distracción a la vida. Este pecado tan efímero conlleva a muchas de las acciones más perversas que se han llevado a la práctica, pero también a increíbles historias de grandes hombres que alcanzaron sus sueños y forjaron sus caminos en contra de los elementos. Y si de soñar hablamos, podría decirse que pecamos de sopor.

Bien Hipnos sería exiliado del Olimpo si algún mortal pudiera rebelarse a su mandato nocturno, y así los hombres pasarían ocho horas en pleno sentimiento estático y fugaz, aborreciendo aun más esa realidad que les inunda con su destino imposible y sus ideas concretas y absolutas. Desde esta perspectiva, es gracias al sueño que muchas grandes ideas nacieron y como resultado ha dado lugar a la evolución diligente del humano, razón por la cual Morfeo fue castigado hace ya un tiempo.

Así entre sueños se escribieron grandes historias, se fundamentaron visiones que se forjarían verdaderas, crecimos para convertirnos en simios mimados por los sueños de otros que cobraron forma material y le llamaron avance. Y así, entre sueños, se crearon grandes traumas, se declararon guerras, se cayó en la perversión absoluta y se acabaron millones de vidas.

¿Puedes imaginar, que en este mar infinito de posibilidades sólo quiera soñar contigo?

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