sábado, 5 de marzo de 2016

Imposiciones.

Recientemente, me ha dado la voluntad de ahogarme un poco cada día, de crear afanes que se derrumben con la noche y con el tedio, que es más propio del día por su pragmatismo poco elocuente y en exceso secuencial. Me ha dado también por deambular entre las multitudes en busca de un sujeto de estudio, de análisis superficiales y de belleza situacional, aun sin encontrar nada sobresaliente, lo cual me mantiene distraído, pues de hallar algo, dichas practicas tan encantadoras para mi persona empezarían por tornarse fuera de un orden absoluto y negativo, dándolas finalmente por abandonadas y olvidadas. Hoy sin embargo, alguien ha atentado con descomponer este orden con su simple presencia. 
Un alma destacable, una llama que se incendia, unas manos frías que rozan las mías cordialmente, unos ojos difíciles de leer y un rostro serio, que de haberme mostrado una sonrisa ¡oh, miserable de mí! pues en ese instante habría apostado que el caos volvería a reinar campante en los lares de mi soledad y mis sentidos estarían nuevamente en busca de ese fracaso inevitable al cual se dirigen todos los humanos que puedo decir han vivido de verdad. 
Un zumbido se apoderó instantáneamente de mis oídos, impidiéndome oír su nombre o el tono de su voz, quizás como un deseo inconsciente de protegerme ante tan dulce néctar prohibido que me desterraría de mi tierra prometida. Así mi nariz dejó de sentir aromas, mis manos perdieron sensación y por ese preciso momento, me encontré mirando hacia el vacío, esperando descender en un golpe abrupto que acabase rápido con los deseos latentes de la incertidumbre. Sin embargo, eso no pasó. Y volteé a su rostro sin saber que observaba en realidad, traté de hablarle sin poder mover ningún musculo facial, y aun en el momento de partir, me encontré a las puertas del vacío en frente, sin posibilidad de tornar para un último adiós. Lo único que he logrado ante tales imposiciones, es dejar la puerta abierta, esperando poder fugarme en algún momento hacia mi perdición y rogando porque nadie la encuentre antes que yo.

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