Año tras año, vivimos en una esfera de cristal.
Limitados a un muro invisible, pero frágil,
el cual se empolva en la estantería de la paz
porque nadie quiere comprar un recuerdo triste.
Lo limpian superficialmente la ética y la moral,
pero en flujo de ideas se pudre poco a poco,
levantando las acciones sin peso cual nieve,
dejando caerse cual estrepitoso fundamento.
Agitamos esta vida para sentir felicidad,
mas no existe algo así sin que intervenga la razón;
la razón me temo lleva un tiempo ya enterrada
entre los escombros de las acciones sin excesos.
Y aun nos preguntamos porque nadie nos comprará,
nos mira con deseo o nos explora con sus ojos,
somos un recuerdo en temporada desfasada
con muñecos de aspecto vago y veraniego.
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