miércoles, 1 de enero de 2014

El viejo engaño.

Es difícil creer que hemos llegado,
cuando no pensé acabarlo vivo;
me creo aun en un sueño
que asemeja mas una pesadilla.

Me ha golpeado tu partida cual muñeco,
y me he arrumbado a una esquina;
mis ropas se han desgastado
y mi barba no le pide nada al limosnero.

En mis recuerdos se difunde el olvido,
y mis ojos piden el cese de la lluvia;
mis camaradas son la muestra de mi edad,
y me dicen que no tengo tiempo de tormentos.

 














No tengo como ocultar todos estos años,
y no es como que haya perdido algo en el camino,
pero como desearía sentirme joven otra vez,
aun si me disfrazo cual rama de la vida.

Me ha dejado la noticia tan perplejo,
que mis manos no recuerdan más caricias,
sino un golpe falso, y amargado,
resignado a vivir conmigo en este estigma.

Y se que no lo cambiarías si te lo pido,
pero en mis pensamientos corre sucia,
y envenena mi preciada realidad;
buen perfume a vino tinto.

No tengo como ocultar  estos años,
y no es que me arrepienta de lo vivido;
pero como quisiera que no juzgaran como ven,
sino como hablase uno de bonitos.

Un poco tarde es que comprendo,
que no era cariño lo que buscaría,
que me plantara con raíces por candado,
sino un amor mas allá de este mundo.

Y se que no me cambiarías si te lo pido,
aunque mas de una vez cause la lluvia,
e inunde las sabanas y el manto;
¿por que abandonar un suave vino?

Pero se que ya te has ido,
y es inútil mi reproche y duda,
aún a pasos de mi marcha final
¿por que me sigo desgastando? 

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