viernes, 22 de diciembre de 2023

Bella noche

 Te conozco como la noche, apenas superficial como el tenue hilo que sostiene las estrellas colgando en la oscuridad formada por las hebras de tu pelo, tan sencilla como los acordes en la orquesta de los grillos y los sapos, que cantan en desvelos hasta que les dejas; tempestuosa, como cuando subes la marea y engulles las costas cuando el resto descansa o se queda en la ventana viéndote a lo lejos; tan extraña y tan abrupta, como el sueño que consume a casi todos cuando llegas.

Negaría tu esencia si olvidase que en ti deambula el insomnio y lo siniestro, la cobardía que huye de día hacia el confín de los desvanes más perdidos del recuerdo humano, donde solo te hayas tu amada mía, cuando te acorrala el absurdo de los hombres y lo mundano que son los sueños de un amor que nunca será correspondido. Afortunados solo los aullidos de los perros, que nos enseñan como es haberte amado, lo que es haber perdido pero jamás soltado.

Si fueran palpables las nubes regalaría mi abrazo, que aún vuelto gélido, sabría que pude tocar de la noche algo más que  sus manos, lloviendo entonces sobre mí, quizás por mí, pero al final, un recuerdo añorado. 


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