El último de los hombres honestos
el primero de los mentirosos ocasionales,
el grande de las obras insignificantes
y la mano derecha de un zurdo.
El sueño de una víctima del insomnio
en el que aparecen bellos colores y deformidades,
que encajan de maneras indescifrables
en el mapa de la realidad y lo burdo.
El punto en el que llega el invierno
y las lluvias no recuerdan a festividades;
los árboles duermen en los arrabales,
pero en mi nicho no queda ninguno.
El sentimiento de ser un estorbo
y actuar el papel de forma brillante;
aquellos que no van a ninguna parte
corren maratones como ninguno.
Todo vive bajo el mismo techo
de humo frío y de vida inestable;
dulce sitio que es de mí aconsejable
para hombres de otros indultos.
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