Un desborde de impaciencia
apenas convertido en indecencia;
para unos cuernos mas viriles,
y unos celos redimidos.
Que una noche basta en tierra
para extrañar el mar adentro;
que el cielo compadezca
el capricho y el destierro.
Un minuto sin espera,
un cuchillo sin fatalidad,
una bofetada de insolencia
para mis hermanos en la mar.
Un saludo a quien lo encuentre
y que lo acepte en sus carencias,
que el arma siempre falte
cuando se encuentre la tristeza.
Una risa entre la hierba,
y sin quemar los agujeros,
Que baste ahogar en vela
para humedecerle un señuelo.
Un cariño bajo las telas,
que si por algo me he de excusar,
que sea de ardor y no de penas,
que sea de polvo y no de mar.
Un saludo a quien me enfrente
y que a sus brazos me someta;
aun un animal indulgente,
que busca el pecado de condena.
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