Aun conservo la calma,
mi pelo aun no cambia a plateado,
y aun la parca no me llama
por pena a oírme alegre.
Aun las noches me congelo,
por no hallar un cálido regazo;
años me harán aun falta,
para saber que perdí el presente.
Mis manos aun no son espadas
que corten la distancia hacia tus labios;
filo y un tanto de confianza,
para que tus manos corten mi incipiente.
Aun no miro aquella alma
de quien comparta caminos desvariados;
en tus ojos veo una bengala,
o quizás mis ojos se perdieron ese viernes.
Y halle tu alegría resguardada,
o tan solo tu rostro mas malvado;
aun tengo tiempo que se gasta,
mientras reímos juntos indulgentes.