miércoles, 18 de octubre de 2023

Oda a un Sol.

Esta tarde que no se tiende la mandarina que del cielo florece,

y que la plaga de nubes infestan el jardín y sus remotos brotes,

imagino si acaso su fruto ha caído antes de que dieran las siete,

tomando un descanso de su brillo uniforme.


Escucho la alarma sin el dulzor de decir su nombre,

sino es desde la nostalgia que ahora mi cuerpo embebe,

soy un cuerpo vacío y condenado sin ver mañana

cuando en mi ventana el gris invita a que me colme.


Y si fueran las cálidas luces como el encanto que su boca cede,

o el abrazo del momento exacto donde se hace la noche,

hallaría encanto en la palidez nocturna que emana

el vestigio de una luz que siempre se esconde.


Ahora atrás suyo hasta cuando su rostro asome

cumpliendo el rito que el mar enternece,

y cuando marcha se evoca quien le ama

atisbo de los perros siempre al norte.



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