viernes, 21 de abril de 2023

El cuarto amanecer.

 En la mañana, un estrepito, un salto, como un pájaro chocando contra la ventana.

 

Lo escuchamos cayendo en picada hacia la pequeña jardinera de los vecinos, levantándonos con preocupación por lo irremediable, lo vimos desde arriba asomados, pero por más que el tiempo pasó, no se levantó más.

 

Salimos de la habitación.

 

Aquel cuarto piso de la hilera de departamentos replicados en arcilla estaba solo e iluminado por algo que empezaba a resultarme conocido. Y si bien nadie tocó el tema, poco a poco fui consciente de ello. Había perdido un amigo, a una persona en el departamento y la alteración de mis pensamientos. La noche eterna había acabado, días atrás, pero nadie, ni siquiera Roberto, lo quiso ver.

 

Y ahí estaba otra vez en aquella esquina, pero el Sol se filtraba desde la ventana, y mientras que mi centro aún palpitaba alterado, empezaba a doler algo parecido a la soledad.

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