miércoles, 20 de abril de 2016

Ensayo 16

11 de Abril

La comida puede escasear, el agua termina por desaparecer entre vientres insaciables e incluso el aire termina por ahogarnos entre ondas cálidas y carbón, pero si bien de algo se goza en esta mi casa, es del amargo pero fresco brebaje que da alegría a los corazones mas tristes. El alcohol nos une en una melodía de borrachos entonados en la octava nota de la escala, el ja que se halla en menores de edad y mayores que apenas aguantan tanta belleza, y de vez en bemoles que alteran la delicada escena y nos torna agresivos o estúpidos, y sostenidos de la botella nos deslizamos de su boca a su cuello, y tomamos hasta la última gota de su esencia, a fin de satisfacer el instinto mas íntimo de felicidad.

Así entonces, me ha tocado esta noche ensayar un gran bemol, declarándome enamorado a todo individuo que compartiese conmigo el comedor y los limites de la sala y la cocina, me declaré en tregua sacando una bandera blanca y borrosa y afirmé una rendición condicional; y bien dicho esto, Carlos ha guardado silencio un momento y ha abrazado mi confundido pero destrozado ser. El silencio es lo único que me consuela en realidad.

¿Y que más podía esperar?

Estoy expuesto ante la peor persona, un amigo, un rival en el amor, un egocéntrico y a la vez un pilar derrumbándose como yo. Lo veo pensativo, debatiendo si merezco su desprecio o su aprobación, pero en el fondo sabe que no soy más que un fanfarrón del oropel, un enamorado de la tragedia y alguien que al día siguiente sonreirá como sin vergüenza.

14 de Abril

Existen músicos que tocan el alma y después atacan a las piernas, convulsionándonos en el escenario en torno al ritmo, otros que dan en la médula de los recuerdos, y los ojos sollozan, y los brazos empiezan a estirarse, tratando de alcanzar el cielo y siendo entorpecidos por el viento, que les brinda una apariencia de palmeras ante la tormenta. Pero también están los que no entienden de clímax, de altos y bajos, de reír y llorar, y en su afán por dar todo de sí, descubrimos que ese todo no es mas que una entrega perpetua de simplicidad y monotonía. Nadie debería presentarse en un escenario cuando padece de este último caso, y mucho menos uno debería ver semejante desastre, pero ahí estuve, viendo a los artistas del estudio, a los creativos de la producción, al fiasco en persona.

No todo fue terrible, el espectáculo de luces fue increíble, o al menos esa sustancia aceitosa en mi boca me hizo pensar aquello. Mi cuerpo bajaba y subía acorde a la desaparición de sombras y tinieblas constante de los espectadores, y así la temperatura de mi cuerpo, que me hacía odiar el dichoso clímax de la soledad entre la muchedumbre.

18 de Abril

Mi rutina empieza  a ser como la ruta de un tren siempre puntual, siempre esperando a que la gente pase y se vaya. En estos momentos, empiezo a echar de menos esa pequeña locura de hace dos días, a los músicos de aparatosa reputación, a los acosos meticulosos de aquel que no sabía ni donde estaba parado.

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