domingo, 27 de diciembre de 2015

Ensayo 4.

26 de Diciembre

Me parece que la determinación dura lo que se llega a la primera valla, cuando mis pulmones no pueden dar ese salto y se estancan en el humo que dejan los contendientes a su paso. Pareciera que este es el final, y me atrevo a inhalar el aroma de la derrota y la comodidad que me quita el peso de encima. Entonces abro los ojos, y me encuentro dando el salto en una tensión incompleta, rozando el obstáculo paralelo al suelo, y llegando al otro lado, a mi nuevo día sin aros, sin cascadas, sin dragones.

27 de Diciembre

Hoy he visto a mi padre. Ha dejado de pintarse el cabello y ha tomado una pinta increíble de juventud, quizás porque la ira hoy no estaba de visita por su casa. Sin embargo, su caminar sigue cansado, incomodo con tan pequeño espacio que se ha dejado entre la sala y el refrigerador. Con una mano en la cerveza, y la otra recargada, se tumba lentamente sobre el mueble y empieza a platicar de historias ajenas, de incompletos conocidos, de la familia que apenas y visita, de los muertos que cada vez son mas oscuros, y de vez en cuando, una pregunta al aire que deja un silencio momentáneo. 

Se ha puesto a cantar música de protesta, con una voz grave y pequeños gallos impregnados de melancolía equivocada, que de una forma u otra, dan un aire nuevo a la canción, mas romántico, menos protestante, un tanto redentor. Me hizo recordar que soy su hijo.

28 de Diciembre

Hoy una pequeña bruja se ha asomado para robarme un par de galletas de la cocina. Desde el techo, empezó un conjuro de traiciones, desconfianza, abusos y dolores, acercándose entre las sombras lentamente, mientras las maldiciones entraban y salían de mi cuerpo empedernido a la tristeza, así que me volteé buscando dar una sorpresa, y terminé con un beso zampado en la boca de la brujita. Lo que siguió fue tan rápido y confuso, que sólo puedo mencionar una retirada estratégica, ella a la tierra de Oz, yo a mi país del Nunca Jamás.

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