El viento que sopla sobre el picnic
y levanta a las invasoras de jardines,
es el mismo viento que impregna las ventanas
y el mismo que azota mi escondite.
El caos que deja puntos ciegos,
el mismo que desafina las orquestas,
y los violines lloran sus debuts,
la esperanza rueda por sus cuerdas.
Los males que atormentan a los viejos,
el confinamiento de los niños en sus casas
y la vida que sobrellevan los adultos,
la soledad que afecta las recamaras.
El Sol que seca mis labios y mis cienos,
los mismos que me ahogan cuando llueve,
y el cielo ríe y el suelo llora,
solo hay uno que los hilos mueve.
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