Una vez perdido,
el sueño tiene cuidado donde pisa;
a veces entre ciénagas sin vida,
a veces entre sueños desidiosos.
Se sienta en un rincón,
esperando que ovejas vengas de prisa
y salten la barda del estigma,
esperando no llegue el fin escamoso.
Y suelta el llanto y pierde el calor,
poco a poco se pierde en la brisa,
desaparece sin decir adiós.
Entonces aparece el cobertor,
y la almohada susurra y me acaricia,
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