La noche vuelve estrellada ante mis ojos
y sus ojos brillan como la primera vez,
siempre tiernos, inconsciente es su belleza
y en su rareza titubeo sobre el propósito
de haber sugerido volverla a ver.
Ahora que el adiós viene por mi cabeza
ahora que el olvido no conoce aborto,
que me exhorto más a desaparecer
y no dejar rastro de mis tinieblas.
Sus labios son la certeza de mi despojo,
el odio el anhelo que no se me concede,
y mi mente se angustia sin humo ni vileza
que se desprenda con palabras entre mis dientes.
Ahora que los besos llevan tristeza
y la tierra reclama las pasiones a bordo,
¿Qué será del te amo susurrado cuando ves
que ya todo ha vuelto a la hierba?
¿Qué será de mi sin tu enamoro?
¿Después de todo que me queda?
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