viernes, 23 de enero de 2015

Pesadillas cuando te veo.

Recuerdo que cuando miraba tu rostro, veía al mundo muy pequeño, conformado por voces y por ruidos; entonces me sentía enjaulado en una realidad de placeres y torturas, donde no existían puntos medios, ni grises ni colores y donde el peor delito era titubear. Ahí crecía en las calles de tu rostro, escondiéndome día con día en mis dudas y pesares, convirtiéndome en un hombre buscado y peligroso. Me alimentaba de la seguridad de los otros y te consumía el amor verdadero del que tanto hablabas, sin nunca tener que corresponder alguna vez si no se me antojaba. Crecía hasta convertirme en ese monstruo que tu condenabas al exilio, donde por fin podía extrañarte y saber como quererte. Así es como en diez segundos, mi rostro se ponía tan triste frente tuyo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario