Así habíamos decidido bautizarla. Después de todo, parecía pertenecerles. Desde que el explorador William Dalton arribó a la isla, probablemente habría pensado el mismo nombre o quizás de manera más apropiada "la isla de los insectos gigantes", al ser recibido en primera instancia por un mosquito del tamaño de un babuino. Su reacción, como la de cualquiera en su sano juicio, fue regresar con equipo especializado a prueba de picaduras, pero después de las pérdidas humanas al no estar preparados para otro tipo de seres insectoides, decidieron proceder con las armas de fuego.
Mi equipo y yo fuimos contratados como guardaespaldas. Jadar era un hombre con experiencia en la selva, Lana era francotiradora y buena con las armas de precisión, y Tom era un amante de la artillería pesada y los explosivos. Por mi parte, se me daba bien liderar dada la experiencia obtenida en Iraq, donde alguna vez fui teniente.
Matar insectos gigantes sonaba fácil con semi automáticas y la paga era bien remunerada. Dalton había muerto un par de años atrás, siendo nuestro benefactor el investigador Edward Darnic. Dantes era un erudito de la época y un nominado a premio nobel pero sin terminar alcanzarlo, y pensaba que la isla descubierta por su excéntrico amigo Dalton podía ser la respuesta.
La misión de la incursión era descubrir el origen del gigantismo de los insectos, y siendo que pagaban $1,000.00 dólares al día, no teníamos interés verdadero por terminar pronto. Nos dio unos papeles a firmar que lo deslindaban de todo daño o perjuicio, documentos muy comunes para los mercenarios. Al día siguiente, estábamos montados en un barco de camino a la isla. Fuera del conocimiento de las alimañas, la isla parecía un paraíso, con agua cristalina y arena tan fina que difícilmente se encontraba de manera natural. No pasó mucho para que viéramos el primer insecto. Se trataba de un escarabajo que volaba por encima de nosotros, logrando tapar por un momento la luz del Sol. Por la altura, estimamos que podía medir cerca de cinco metros, y de repente, empezamos a dudar si acaso las armas convencionales servirían de algo. Darnic nos intentó tranquilizar, diciendo que seguirían siendo frágiles en las coyunturas y en los ojos, pero eso solo significaba más problemas. Para Lana era un reto, para Tom también aunque de otra manera. Estaba interesado en saber si podía sobrevivir a la ametralladora de torreta que solía cargar orgullosamente.
Al adentrarnos en la selva, pude notar como Jadar empezaba a perder la calma lentamente, pues aquella selva ponía a prueba sus sentidos. Todos lo sentíamos, era como ser acechados continuamente, y las alas de los insectos viciaban el sonido. Lo que en una selva normal no era más que un tenue ruido de fondo, aquí era una orquesta disonante y violenta. Supimos que no habría medidas preventivas cuando Jadar sacó su rifle y decidió apuntar hacia todas partes. Por su lado, Darnic parecía estar más interesado en las plantas alrededor, o más en específico, parecía buscar otra especie nativa. Mencionó estar consternado de que el ecosistema parecía idéntico al de otras islas como Tailandia o Chipre, pero parecía presentar una decadencia algo reciente. Mencionó cosas sobre pigmentación, abono y ciclos naturales pero estaba ocupado tratando de mantenerle a salvo.
Lana lanzó el primer disparo.
A unos cincuenta metros, una hormiga voladora parecía venir directamente hacia nosotros, pero fue derribada con ese único tiro. Darnic la felicitó, ya que las hormigas suelen venir en grupos inmensos y pudo haber sido un problema en caso de ser descubiertos. Cambiamos de ubicación por seguridad, llegando hasta una cascada de agua dulce. Ahí fue la primera vez en mi vida que vi a un insecto tomar agua. se acercaban de manera dispersa y sin atender a nada a su alrededor. Tom y su metralleta tampoco atendieron a nadie más, matando a cerca de una decena en el proceso. Darnic se acercó y empezó a estudiar los cadáveres, notando que, a pesar de pertenecer a distintas especies, todos parecían tener rasgos similares, como un aguijón en sus colas y alas, como los de una avispa. Algunos tenían colores interesantes que emulaban al camuflaje de un tigre, mientras que otros poseían colores grises o marrones que no coincidían con sus contrapartes del mundo exterior.
Tomó un par de muestras y nos dirigimos hacia la costa para buscar el barco. El Sol estaba cayendo y los insectos empezaban a alborotarse y gobernar los cielos. Después de eso, todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Se escuchó a algo caer con gran velocidad, y luego el cuerpo de Tom ser atravesado por un aguijón mientras la cabeza succionaba su sangre desde una pierna. Lana le disparó a los ojos y yo logré inutilizarle las patas, pero aún así logró emprender la huida, dejando a su presa detrás. Jadar y yo tomamos a Tom esperando poder tratarlo en el campamento, aunque la herida parecía bastante seria y no había muchas esperanzas. Darnic le tomó de las piernas y nos incitó a seguir. Lana era nuestra única protección, mientras que Jadar nos direccionaba a través de la selva y yo veía los patrones de ataque de las alimañas. Era muy difícil. Los humanos tienen una anatomía idéntica y suelen realizar patrones involuntarios. Aquí los cuerpos eran tan diferentes que volvía difícil predecir de que manera atacarían, aunque poco a poco, parecía ser que todos dependían en primera instancia de aquel extraño aguijón característico.
Llegamos apenas al barco y nos encerramos. Apenas trataríamos el sangrado de Tom cuando Darnic nos detuvo, diciendo que debía tomar muestras para su investigación. Intenté detenerlo, pero amenazó con no pagarnos y titubeamos, por lo menos el tiempo suficiente para que terminase. Hervía en fiebre, y no parecía que pudiera pasar de la noche. Estábamos afligidos, y dispuestos a irnos únicamente con nuestra paga de un día con tal de no seguir ahí. Darnic aceptó a regañadientes, pero en el camino de regreso, tocó los camarotes de manera endemoniada, llevando a todos hacia la cubierta. Eran cerca de las dos de la mañana y el hombre solo podía pensar en compartir su teoría de la isla con nosotros.
"Quede en claro que todo lo que les he de decir es meramente especulativo hasta que no de con el espécimen que dio origen a esto. Aquello que presenciamos no es sino una mutación provocada por una nueva subespecie, casi con seguridad una avispa, proveniente de la familia de las parasíticas. Sin embargo, parece ser que su ciclo de crecimiento se vio mezclado con el de su huésped, dando origen a los insectos gigantes. A pesar de las distancias recorridas, no pude dar con ningún mamífero o reptil nativo de la isla, siendo únicamente los peces cohabitantes al estar en un ecosistema seguro. Mi teoría es que si la avispa parasita a un insecto, este crecerá como un híbrido, mientras que si lo hace con un mamífero, únicamente tomará su tamaño y patrones de color, razón por la cual tenían colores más comunes en mamíferos. De ser el caso, todo en esa isla, así como los mamíferos que ahí habitaban, está condenado a la extinción. Al haberse roto el balance de la isla, pronto las plantas perecerán y aquellos insectos irán cayendo eventualmente."
Acto seguido, confirmó sus intenciones de cazar aquella avispa, pero justo antes de siquiera poder protestar, un grito vino desde el camarote de Tom. Todos corrimos hacia allá y al abrir la puerta vimos como aquel hombre corpulento se retorcía intentando alcanzar su espalda, jalando sus vendas y arrancándolas desesperadamente, dejando ver una criatura que no terminaba de ser insectoide, con piel, cabello y aguijón. Aún cuando Darnic nos suplicó mantenerlo con vida, no pudimos sino darle un final misericordioso a nuestro compañero, así como un poco de venganza.
Se que es difícil de creer, pero una vez advertido, es tu decisión si ir con él a la isla de los insectos.
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