miércoles, 6 de marzo de 2024

Estaciones.

 En una escuela de alguna comunidad rural, enseñan sobre el cambio de estaciones, y los niños entienden fácilmente, pues así como damos nombre al día y la noche, tan familiares como divisibles, se presentan las temporadas en forma de colores y sensaciones, la primavera con las flores, el verano con su Sol intempestivo, el otoño con el cobrizo de las hojas que caen para así dar entrada al invierno, con sus tonos grises y el viento gélido que saca los edredones del armario y los hacendosos platillos. Uno de esos niños habrá ido de visita a la ciudad, quizás a ver a la familia o por visitar a un amigo, y habrá notado el detalle peculiar, que sin importar la época del año, su cielo es gris y lúgubre, los árboles son escasos y el frío pareciese acumularse en las pilas de hierro que parecen cada vez más grandes; y ante tal vislumbre de contrariedad, habrá pensado lo difícil que lo tienen los niños en las ciudades para aprenderse las estaciones.

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