lunes, 10 de julio de 2023

Libertad.

 -Sabía que estarías aquí arriba. -Hubo un momento de silencio, mientras las miradas se encontraban, esquivándose al instante, como cazador y presa. -No había muchas opciones. No importa que tan molesto estés, no saldrías a andar solo por la noche.

-Es porque soy un cobarde. ¿Eso piensas?

-Más bien demasiado racional. -Se acercó a él, intentando forzar la entrada a su campo de visión, pero de poco o nada servía. El seguía recargado sobre el balcón, mirando la aparente nada.

-¿Qué miras?

-¿Te has dado cuenta que ese edificio tiene algo parecido a una guirnalda colgándole de la punta?

-Me parece que la pusieron por las celebraciones patrias.

-Pero estamos en Noviembre. Supongo no es tan fácil subir allá arriba.

-¿Podrías dejar de fijarte en eso y voltear a verme?

Dio una larga y ultima ojeada a la colorida decoración apenas visible entre metal y vidrio, como si tuviese que despedirse, para nunca más verle. Entonces se fijó en sus ojos. Parecían negros en la noche, apenas iluminada por los edificios distantes. 

-¿Por qué no te abrigaste? -Le preguntó a aquel hombre, que ocasionalmente soltaba un temblor.

-Me gusta sentir el frío cuando me encuentro así.

-¿Cómo es así?

-Solo.

-No digas eso, aquí estoy contigo. -Abrazándose contra él, pero sin ser recíproco.

-Si ese fuera el caso, no veo porque ocultarlo.

-No te he ocultado, es solo que él no esperaba verte. No vi razón para decirle, pero ya he arreglado las cosas.

-Lo sé. Si no, no estarías aquí.

-Ahora estás dramatizando tú.

-No puedo hacerte elegir. Sé que perderé.

-No puedes. Y no debes.

- ¿Qué es para ti la libertad?

-Decidir estar en la azotea a media noche, y también irme a acostar si tengo sueño.

- Y si me voy ¿eso sigue siendo libertad?

-Así es, aunque no quiero ese tipo de libertad.

Él se soltó forcejeando, pero antes de que siquiera pudiese recibir reclamo, sacó un cigarro y fuego. Su cara se iluminaba durante un instante, para luego perderse entre el humo.

-Invítame uno.

-Tú ya no fumas.

-Dame uno por favor.

Sacó otro cigarro y ofreció el encendedor. Ella lo tomó algo indignada, demorando en poder encender el tabaco, consiguiéndolo apenas por una esquina.

-¿Entiendes que estoy aquí por ti?

-Hasta donde sé, esta es tu casa. Yo soy el que esta de visita.

-Bien podría correrte entonces.

-Adelante, sería libre.

No quería correrlo, pero si dejarlo ahí, a él y a ese sentimiento de miseria tan molesto, pero sabía que no siempre era así, que este solo era un día malo.

-Es mi mejor amigo, no digo que sea correcto en su forma de actuar pero...

-Antes de tu amigo fue tu pareja y sabes porque sigue aquí. Ni siquiera yo debería ponerte en esa situación. Pero parece que tiene ciertos privilegios.

-¿Podrías parar? ¿Has venido a verme o a pelear?

-He venido por las cadenas que me he impuesto, pero hoy no soporto la condena.

- ¿Y solo eso soy?

-Ojala que fueras solo eso, pero no estoy aquí por las cadenas.

Nuevamente se recargó sobre su hombro y él cedió ante la presión, pasando su brazo hasta aquel lugar donde tenía aquel tatuaje, que alguna vez fue un Sol.

- ¿Qué harás cuando yo no esté? ¿Volverás con él?

-Nunca. No repito cadenas.

Y mientras ella terminaba su frase y exhalaba el humo, el siguió viendo hacia la guirnalda, ignorando su pequeño ritual de despedida, pensando si acaso esto también era libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario