Al puerto de idiocias y pertenencias,
me vengo al lado perdido de la isla,
que el dulce aroma del mar y la brisa
está oxidando a este hombre de hojalata.
Dejadme con el cielo y mis zapatos,
que pies me harán falta para caminar
y descubrir mil y un maravillas
en la basura que no quieren hallar.
Allí donde encuentre un foco,
sera una de mis noches por pasar;
ahí donde encuentre una llama,
mi cuerpo podrá descansar.
En el soplo del mañana ,
cubriré mi suerte y mis caricias,
para que alguien con ausencia,
le de mejor uso que en mi cama.
Allá donde llame el odio,
jamas me podrán hallar;
es el cielo sin adornos
el que espero un día tocar.
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