miércoles, 17 de octubre de 2012

La leyenda.

He conocido dos cosas impredecibles en este mundo: Las mujeres y el amor. Las primeras por confusas en sus pensamientos; siempre creen ser claras y objetivas en ellos, pero la verdad es que ni ella es tan seguras de lo que pasa por su cabeza al momento de tratar de demostrarlos. Es en esos momentos cuando un "te quiero" puede significar un "me desagradas" o un "te odio" se convierte en un "gracias por estar conmigo". 

Paradojas inverosímiles de la creación, que nos cubren de confusión a los pobres hombres, hipnotizados por sus bellos dotes, cual canto de sirena para los marineros mas desventurados, en las aguas turbias de los mares sin nombre. Curiosamente esta fuerza intangible que los arrastra es la segunda cosa impredecible a mencionar. El amor, porque un hombre puede estar detrás de cientos de mujeres durante su vida, pero llegar a amar, solo ocurre un puñado de veces, si es que la vida lo permite. El amor es una fuerza intangible que nos enreda, tanto a hombres como mujeres por igual, haciéndonos dependientes de la alegría de una persona. Esto no sonaría tan mal, de no ser porque el amor es ciego y sordo; no recibe explicaciones de nadie, aunque si muchos reclamos, y nos puede llevar al mejor de los comienzos o al peor de los finales. Esa es la suerte de los que tentamos al corazón, y los que no... que lastima por ese amor que jamas nació. 

Y a pesar de que el amor puede golpear al hombre y a la mujer por igual, el destino azaroso masculino resulta mas increíble, puesto que no solo lidia con el amor, sino también con las féminas ocurrentes y demenciales con las cual se cruzan en sus caminos. Es así como cada día existen mas hombres confundidos, que al final deciden hacer caso omiso a sus sentimientos y emociones, y optar por prestar atención al mero instinto de la depravación y el engaño. Mas predecible, menos comprometedor.

Aún así, de vez en cuando surgen algunos hombres amantes del azar, y que buscan llenarse de estos aires secos o tormentosos al instante, puesto que son buenos apreciando los cambios del clima. Cada vez hay menos de estos hombres, porque las tormentas los despedazan antes de terminar de formar la sonrisa en su rostro; pero quizás con un poco de motivación de leyendas vivientes, el hombre vuelva a atreverse a tentar a la tentación misma del firmamento. 


Así que, hoy vengo a querer ser leyenda, o solo un punto mas en la historia que nadie leerá. Mas vale tener suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario