Y erase una vez aquella gran cancion,
que nadie entendía y nadie esperaba,
que trataba temas burdos en fina melodia
y que corazones y requintos tocó mas que dos.
En un sueño que me dejó mala sensacion,
donde unos monos a un festín me invitaban
y yo bailaba y gritaba conforme amanecía,
sin razones mas que algun recuerdo de admiración.
y bailemos hasta el amanecer
y a los monos presentarse ver,
aún no se que cara poner
y un escalofrio de dejarte convencer.
Y algunos viajes y huidas hay que hacer,
que las voces en secreto murmuraban
y planeaban con demencia mi caída
y te ves envuelto en una terrible decision.
y ahora no hay a donde mover,
que la última pieza del tablero acorralada ves;
como quisiera que todo fuera tan sencillo
y tan recto como un juego de ajedrez...
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