lunes, 20 de mayo de 2024

Agujeros temporales.

ESTUDIO DE LAS DEFORMACIONES TEMPORALES

Desarrollado por Eledemeterio Dimetoprovich Parapilpedutovsky

Publicado el 6 de Mayo de 2024


AGRADECIMIENTOS

Primero que nada, quisiera agradecer el desarrollo de esta investigación a la persona que me hizo plantearme la justificación de los días cada vez mas rápidos por pasar, que fuera el conserje de mi departamento, el Señor Jeremy Taimer. Sin él, habría seguido tan engañado como el resto de la humanidad ante las leyes impuestas por nuestro conocimiento. Dios lo tenga en su gracia divina.

También quisiera darle el debido agradecimiento al profesor Dylan Ditch, quien odiaba mi nombre pero siempre encontró paciencia en la enseñanza aquellas mañanas en la Universidad de Dimetiopeh, en la cual fui graduado con honores gracias a sus virtuosas aptitudes docentes.

Finalmente, a mi perro Sam Dimetoprovich Parapilpedutovsky, a quien ha sido el único con quien he tenido tiempo de encariñarme tras todo este tiempo, aún cuando ya no se encuentra conmigo en cuerpo.

PLANTEAMIENTO

Este trabajo surgió una fría mañana en las afueras de mi edificio, donde el Señor Taimer se encontraba barriendo las hojas de Noviembre con la lentitud con la que le permitían los años. Su espalda encorvada y sus manos temblorosas, no eran más que una portada poco fiable para la gran vitalidad que poseía, y que desbordaba continuamente haciendo la limpieza de las áreas comunes del edificio, así como el mantenimiento ocasional del sistema eléctrico y las tuberías. Ochenta años habían pasado volando, pero ciertamente, él sentía como si estos últimos, fueran tan solo un viaje en picada hasta la tumba. Nuevamente, hago énfasis en que la salud del Señor Taimer era impecable para su edad, e incluso podría estar más activo que la mitad de los habitantes del edificio, por lo que era extraño escucharlo decir algo de este estilo. Intrigado, le pregunté a que se refería, cosa que accedió gustoso a aclarar, tan solo por mostrar interés honesta en la conversa.
El señor Taimer, empezó a relatar como antaño los días parecían durar mucho más que ahora, pareciendo como si los relojes tuviesen prisa por terminar jornada. Contaba que cuando era niño, podía ver el atardecer con tal lentitud, que la vívida imagen del sol cayendo se mantenía en su memoria como ahora durase en el cielo otoñal. Por supuesto, argumenté que los días, mientras más cercanos al invierno, se volvían cada vez más cortos y las noches más largas, pero insistió en que no se refería a eso y nuevamente puso otro ejemplo, donde las vacaciones que tuvo durante el 86 había durado apenas una semana, pero podía recordar con claridad como había disfrutado todos y cada uno de esos días con una exactitud de horas, mientras que en sus últimas vacaciones de verano que duraron un mes, apenas y podía sentir haber hecho algo durante su viaje al mismo destino. Culpé a su edad absurdamente, pues como he mencionado, el Sr. Taimer poseía la vitalidad de alguien de la mitad de su edad. Disgustado ante mi escepticismo, me preguntó si acaso recordaba que había hecho durante mi último periodo vacacional. La respuesta, si bien innecesaria aparentemente, me hizo notar algo en realidad, y era que mi capacidad retentiva de aquel suceso, se había resumido a sucesos generales que bien poco podían decir a mi favor. Seguido a esto, cuestionó incluso lo que comí la semana pasada, y con absurda inquietud, pude percatarme que mi capacidad retentiva estaba cada vez más atrofiada, por lo que empecé a indagar si acaso se trataba de una enfermedad.

Visité a múltiples doctores y especialistas de la mente, pero no recibí diagnostico alguno que pusiese en duda la integridad de mi memoria, tan funcional como la de cualquier hombre de mi edad, y a la memoria vinieron las palabras del señor Taimer, de las cuales hacía ya seis meses, de los cuales no recordaba prácticamente nada de relevancia. Asustado y algo confundido, empecé a barajear otras posibilidades hasta que fui dando con el planteamiento de esta idea, que con cada minuto que pasa, me otorga la razón. 

Los días son más cortos.

DESARROLLO

 Aquella declaración por sí sola no explica nada. ¿Qué podría dar a entender con que los días son más cortos? Si uno presta atención durante un día entero al reloj (véase resultados en el Anexo 1.2), notará
que no se exenta ninguno de los segundos o minutos del día. El Sol y la Luna siguen durando el mismo tiempo en el cielo que habían establecido en antaño los romanos, y los tiempos de sueño del ser humano no han sino quizás disminuido una hora en los últimos años. El problema yace entonces, en aquello más difícil de percibir, pues resulta invisible a la vista e incomprensible ante el razonamiento humano que disponemos de momento, y sin embargo, no se trata de un tema jamás explorado. Sabemos por las investigaciones desarrolladas por el Profesor Stephen Hawkins, como deberían funcionar en teoría los agujeros negros, distorsionando el espacio a manera que comprimen la materia a tal nivel que parece incluso desaparecer del universo. 

La pregunta entonces es si acaso eso puede pasar también con el tiempo. La respuesta a la que he llegado es que sí, y nos encontramos en uno.

Ahora bien, los agujeros negros que conocemos han sido visibles durante décadas pero jamás han sido divisados en nuestro sector de la galaxia, quedando como fenómenos temibles pero distantes en nuestro pensamiento. Sin embargo, esto solo se refiere a los agujeros negros, y no así a los Agujeros Temporales, los cuales, de acuerdo a mi teoría y los cálculos realizados en la Facultad de Física de la Universidad de Dimetiopeh (véase anexo 1.1, sección V), no deberían ser visibles ante el ojo humano, el cual, al ser un ente tridimensional, carece de las herramientas para visualizar los entes que entran en la dimensión del tiempo, y por tanto, es ignorante de fenómenos temporales como lo son sus propios Agujeros Negros.

De acuerdo con esta investigación, se generó un estimado del tiempo en que ha hecho presencia el fenómeno en nuestro planeta (véase el anexo 5, Sección W), y el aberrante resultado sacó a relucir un periodo de 20 años, en el cual ha crecido exponencialmente, al punto en que el equivalente del día 11 de Diciembre de 2020 corresponde al de un cuarto de día durante los años antes del fenómeno. Sin embargo, la parte más inquietante, es el hecho de que esto cambiará constantemente, hasta que el contenido de un día nos limite a una retentiva similar a la de los bebes. Eventualmente, el ser humano dejará de sentir crecimiento, destinado inevitablemente al consumo desmedido de los recursos ante la falta de un razonamiento a consciencia sobre las consecuencias de nuestros actos. Y mientras antaño me hubiera tomado realizar esta investigación apenas un año, prueba de su veracidad es su demora de un lustro, aún con lo sustraída que queda su información, dejando tan solo las palabras más importantes.

CONCLUSIÓN

La necesidad de la apropiada investigación de las Deformaciones Temporales y los Agujeros de Tiempo, resulta tan vital como absurda durante los tiempos actuales de la humanidad, considerándose fútil cualquier clase de esfuerzo por resolver el problema en el que se encuentra la humanidad actualmente. Por muy rápido que se publique esta investigación al día de hoy 20 de Marzo de 2024, quedará apenas un par de meses para tener un atisbo de recuerdo y consciencia, antes de que llegue nuestro imparable e inconsciente final, estableciendo el día 21 de Mayo como el último en que estas palabras pudiesen tener un significado o cometido, que no es más sino el de disfrutar los últimos días en compañía de sus seres queridos.

 

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