domingo, 9 de octubre de 2016

Locura y eternidad.

He vivido la locura,
he paseado en sus andenes,
en su epicentro, en sus desvanes,
aunque en realidad de todo eso carece.

En ese mundo no existe nada,
ni siquiera cuerpo o mente,
solo la tendencia hacia el desastre
y los ecos de los pocos transeúntes.

El recuerdo tiene forma de dama,
y es que en todos lados se aparece,
hace que el tiempo se disfrace
de todo menos de presente.

El sonido es una llamada,
un ocupado permanente,
que se escabulle en los oídos palpitantes
que llegan a las fibras de las sienes.

Es la muerte de los mañanas,
es la vida después de la muerte,
si un cielo algún día soñases,
es porque lo eterno no comprendes.

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